top of page

La presencia real de Cristo en el Sagrario



La adoración eucarística no es sentimiento vacío ni intimismo espiritual, sino expresión viva y vivida de la fe en el ‘misterio de la fe’, en la presencia real y permanente del Señor en la Eucaristía. Jesús se queda en la Eucaristía no sólo para ser llevado a los enfermos, sino para estar y hablar con nosotros, para seguir derramando su amor y su vida. La Eucaristía contiene de un modo estable y admirable al mismo Dios, al Autor de la gracia, de la vida y de la salvación. El Costado abierto de Jesús es un manantial inagotable de amor, del amor de Dios.


Avivemos y mostremos nuestra fe en la presencia real y permanente del Señor en la Eucaristía. ¿Cómo? Por ejemplo: Saludando al Señor al entrar en la iglesia mediante una genuflexión ante el Sagrario, poniéndose de rodillas y orar ante Cristo-Eucaristía, participando con fe y devoción en la santa Misa, con visitas y momentos frecuentes de oración y adoración al Santísimo Sacramento para lo que es preciso tener las iglesias abiertas más tiempo. Valoremos el gran tesoro de la Eucaristía, manantial permanente del Amor.


La Iglesia recomienda la oración personal ante el Santísimo Sacramento por medio de visitas al Sagrario de nuestras iglesias, oratorios y capillas en donde está presente Nuestro Señor Jesucristo. Aquí se disfruta de un trato íntimo; abrimos nuestro corazón pidiendo por nosotros y por todos los demás, rogamos la paz y la salvación, se crece en la amistad, en las virtudes y sobre todo adoramos y agradecemos.

La presencia de Cristo en la Eucaristía es real, verdadera y substancial desde el momento en que sea realiza la consagración del pan y del vino. Para exponer este misterio tan grandioso confiesa el Catecismo de la Iglesia Católica:

1374 “El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular... En el santísimo sacramento de la Eucaristía están contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero. Esta presencia se denomina `real’, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen `reales’, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente”.

1379 “El Sagrario estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa. Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santo sacramento”.


Por su presencia real en la Eucaristía, Cristo cumple con su promesa de estar con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28:20). Como escribió S. Tomás de Aquino, “Es la ley de la amistad que los amigos deban vivir juntos... Cristo no nos ha dejado sin su presencia corpórea en este nuestro peregrinaje, sino que nos une a él en este sacramento en la realidad de su cuerpo y su sangre” ( Summa Theologiae, III q. 75, a. 1).


25 visualizaciones

Entradas relacionadas

Ver todo

Comments


bottom of page