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La carroza eucarística de San Ildefonso en Granada




La Eucaristía en en Concilio de Trento

A ningún estudioso, ya sea de la Reforma Católica como del arte español, italiano, francés de los siglos XVII y XVIII, escapa la importancia del esfuerzo desarrollado por el Concilio de Trento en torno a la Eucaristía y los fundamentos teológicos que sustentan su definición dogmática, plasmada en 1551 y 1562 en el transcurso de las Sesiones XIII y XXI.


El pensamiento eucarístico tridentino no sólo pasa por ser una de las más acabadas aportaciones doctrinales en la Historia de la Iglesia, sino que constituye el fermento de la extraordinaria eclosión que el culto sacramental y sus fórmulas de exaltación artística conocerían en la Europa del momento y de manera singular. Junto a las capillas sacramentales, los retablos, expositores, camarines y sagrarios, los manifestadores, custodias, ostensorios y cratículas, también demandaba otras realidades materiales capaces de hacer palpable su presencia como la deslumbrante adoración pública, las octavas incluso celebraciones a pie de calle.



Origen de las carrozas eucarísticas

El momento que asoció definitivamente el carruaje con la Eucaristía quedó fijado en el año 1685 cuando el monarca Carlos II, al cruzarse con el párroco de San Martín de Madrid que llevaba el Viático a un enfermo, bajó de su carroza para cedérsela al sacerdote. Este y otros encuentros similares hicieron que el hecho se institucionalizara, de forma que un auto dado en Madrid el 23 de mayo de 1711, obligaría desde entonces a que todos los miembros del Consejo de Castilla cedieran su carruaje, como ya lo hizo el rey, si se cruzaban con el Santísimo.


Se trata de las carrozas y las sillas de manos dieciochescas en las que, en ocasiones, se llevaba el Viático a los enfermos. Son similares en forma a los carruajes cortesanos, pero llevan con frecuencia pinturas alegóricas sobre la Eucaristía. Algunas de estas carrozas se sacaron, más adelante, en procesiones de la solemnidad del Corpus Christi.


Muchas veces, más que para el Viático (es decir, la comunión que se lleva a un moribundo) se usaban para llevar con solemnidad la Eucaristía a los enfermos, en tiempo pascual, es decir las llamadas procesiones de impedidos. De la silla de mano se pasó a un elemento mucho más efectista y vistoso, basándose en los grandes carruajes regios de la época. Son carruajes similares a los cortesanos, que con frecuencia mostraban pinturas alegóricas sobre la Eucaristía, algunas usadas luego en las solemnes procesiones del Corpus Christi.


La carroza de San Ildefonso

Se conservan en Granada dos sillas de mano de tiempos de Felipe IV, parte del rico patrimonio sacramental que fue acrecentando la Hermandad del Sagrario durante siglos, para uso del presbítero que llevaba el Viático a los enfermos.


El caso granadino fue patrocinado por la Esclavitud del Santísimo de esta parroquia de San Ildefonso, y fue estrenada el 26 de junio de 1765; para la ocasión iba tirada por seis mulas y flanqueada por dos compañías militares. En “la Gacetilla Curiosa” que publicaba el padre Lachica en 1765 a modo de semanario, su autor relataba. “En la iglesia parroquial de san Ildefonso de esta ciudad se ha establecido un nuevo culto para la administración de los santísimos sacramentos a los feligreses. Éste es la construcción de un coche sumamente costoso y magnífico... Esta alhaja gozará de privilegio de sagrario; en ella se administrará a toda hora el Viático. Y para que tenga obra tan útil la debida permanencia el nuevo coche, y otro que hay para la reserva...”


El 26 de mayo de 1765, domingo de Pentecostés, se estrenó la carroza construida “a devoción de su feligresía” para llevar el Viático a los enfermos de la iglesia de San Ildefonso. Este carruaje está profusamente decorado con motivos alegóricos alusivos a la Eucaristía.


En el número LIX de la "Gazetilla curiosa" de 20 de mayo de 1765 se describe esta carroza, se justifica su utilidad y se da cuenta de la previsión para su mantenimiento y custodia, así como de que había un segundo coche de reserva: “En la iglesia parroquial de San Ildefonso de esta ciudad se ha establecido un nuevo culto para la administración de los Santos Sacramentos a sus feligreses, con el beneplácito del ilustrísimo señor arzobispo. Este es la construcción de un coche sumamente costoso y magnífico. Hay en él fijados de primorosa pintura varios atributos del Sacramento. En los remates de la caja ocho ángeles de bronce con campanillas y palmas en las manos. En el juego delantero están distribuidos cuatro faroles de cristal, con tan especial simetría que no impiden la vista de lo interior del coche. Esta alhaja gozará privilegios de sagrario, pues solo ha de servir a Nuestro Soberano Dueño. Está toda tallada y dorada de fino, con las precisas preservaciones para resistir a los temporales. En ella se administrará a toda hora el Viático, a efecto de que esté con toda prontitud mediante a ser precisa alguna tardanza por haber en feligresía tan dilatada caserías y haciendas de campo. Y para que obra tan útil tenga la debida permanencia se ha formado una Esclavitud del Santísimo a cuyo cargo está su manutención y costo. En esa casa vivirían los curas y sus tenientes y el ama para su cuidado. Había habitaciones también para el cochero que no se deberá ocupar de otra cosa, pajar y cuadra para las mulas que tirarían del carruaje.


Gazetilla curiosa o Semanario granadino Papel LIX de 20 de mayo de 1765 y Papel LXI de 3 de junio de 1765.


una de las ultimas veces que salió la carroza en la primera década de los 70

Descripción del carruaje

Nada conocemos acerca del autor o del singular carruaje. No obstante, el conjunto resulta lo suficientemente como para pensar en un taller especializado y relacionado con la Corte madrileña pero siempre dentro del ámbito italiano o francés, que aparecería como responsable de su carrocería, diseño y estructura general. No sería extraño que a estos componentes de importación, comunes a todas las linajudas carrozas de los grandes señores del momento, pudieran agregarse elementos ornamentales en su lugar de destino, de cara a amoldarlo convenientemente a la función requerida.


Se trata de un coche de tipo berlina, la carroza de gala más común en el siglo XVIII, con cabina cuadrangular de madera y triple ventana acristalada en cada costado, originalmente de cristales abatibles. La cabina se sujeta a los tirantes del eje mediante curiosas cinchas de cuero labrado. Las ruedas traseras son mayores que las delanteras, todas de madera con refuerzos de aros de hierro. Tanto el estribo como el interior están forrados de terciopelo carmesí, con los asientos en cuero y el suelo tachonado de tachuelas que delinean un orón central y ores de lis en las esquinas. El techo, de cuero, es abombado y presenta al interior un cielo de terciopelo con el anagrama de la Esclavitud del Santísimo, promotora de la obra, rodeando a una custodia entre nubes en bronce dorado. Los perles de la cabina se quiebran en las esquinas, donde sus leves cornisas apuntan hacia arriba, y en el centro, de medio punto rebajado. La base se entalla sobre un remedo de ménsula de rocalla que apoya en la estructura del carro. Abunda este motivo decorativo por los marcos de ventanas y pinturas, en madera dorada e iluminada también con picado de lustre, mostrándose en todo semejantes a los golpes de entalladura y moldurajes propios de la arquitectura lignaria y el retablo coetáneos.


Las pinturas de la carroza son atribuidas Diego Sánchez Sarabia (1704-1779) que fue un escultor y pintor tardo barroco granadino. Entre 1760 y 1763, por encargo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando dibujó las plantas, cortes y alzados así como diversos motivos decorativos de los azulejos, frisos e inscripciones de los palacios de la Alhambra y de Carlos V, y copió las pinturas de las cubiertas de la Sala de los Reyes, con los retratos de los reyes nazaríes. En 1777 dirigió la Academia de Bellas Artes de Granada.


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