La Maiestas Domini o "Cristo en Majestad" es una iconografía del cristianismo utilizada tanto en pintura como en escultura y mosaico, que representa la figura de Cristo en actitud reinante. En Oriente recibe también el nombre de Pantocrátor.
Es la escenificación del texto del Apocalipsis (4,5):
Vi un trono puesto en el cielo, y sobre el trono uno sentado. El que estaba sentado en el trono era de aspecto semejante a una piedra de diamante y cornalina, y había un arco iris alrededor del trono de aspecto semejante a una esmeralda. Y alrededor del trono había otros veinticuatro tronos, y sobre los tronos veinticuatro ancianos sentados, vestidos con vestiduras blancas y con coronas de oro sobre sus cabezas. Y del trono salen relámpagos, voces y truenos; y siete lámparas de fuego están ardiendo delante del trono, que son los siete espíritus de Dios, y delante del trono como un mar transparente, semejante al cristal. Y en medio del trono y a su alrededor, había cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. El primer viviente era semejante a un león, el segundo a un toro, el tercero tenía cara como de hombre, y el cuarto viviente era semejante a un águila en vuelo. Los cuatro vivientes, cada uno con seis alas, estaban llenos de ojos por fuera y por dentro. Día y noche cantan sin pausa: «Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el todopoderoso; el que era y es y ha de venir». Cada vez que los vivientes dan gloria y honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, adoran al que vive por los siglos de los siglos y arrojan sus coronas ante el trono diciendo: «Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado».
Este tema iconográfico tiene probablemente su origen en Egipto, hacia el siglo V. En un principio se representaba a Cristo joven imberbe, entronizado y se hace esta representación a imitación de los textos de las liturgias de las Iglesias orientales, como se representa, por ejemplo, en las catacumbas.
En occidente los seres vivientes se representan como un busto, rodeando también la imagen de Cristo en Majestad, así aparecerá en códices entre el ss.IX-X, forma que se extendería después por todo occidente: alrededor de la figura central se colocan en forma de rombo los seres vivientes acompañados a veces por los profetas.
El tema aparece pintado sobre todo en los ábsides prerrománicos y románicos, en el primer folio de algunos evangeliarios y en otros espacios, y en escultura puede verse en los capiteles, tímpanos o frisos de las iglesias. A partir del siglo XII se extiende de la misma manera en los edificios góticos. El tema empieza a escasear a partir del siglo XIV hasta que desaparece y en su lugar se pone de moda la iconografía del Juicio Final o la Coronación de la Virgen.
El Cristo en Majestad tradicional y más frecuente aparece sentado en un trono. Su actitud es la de bendecir con los dedos índice y corazón de la mano derecha; en la izquierda sostiene el Libro de la Vida, unas veces cerrado y otras abierto. Suele vestir con túnica y manto que cuelga desde sus hombros. Los pies están desnudos y a veces invaden la mandorla en la que se apoyan. Esta mandorla puede presentarse tetralobulada. El Cristo suele llevar en la cabeza una corona, o bien un nimbo en que está inscrita una cruz.
Desde la época homérica hasta nuestros días, nunca se perdió la imagen y el recuerdo de la esplendorosa mitología greco-romana. Ya desde Alejandro Magno y posteriormente los emperadores romanos usaron esas imágenes como representación del poder, las mismas que se extendieron a partir de la extensión del cristianismo a la iconografía hata la Edad Media.
ALGUNOS DETALLES ICONOGRÁFICOS
EL ESCABEL
Es un banquito sobre el que descansaban los pies de quien estuviese sentado en el trono, presente en muchas culturas antiguas (ya presente en Egipto, etc).
La Sagradas Escrituras recogen esta imagen en muchas ocasiones, por ejemplo:
"Exaltad a Yahveh nuestro Dios, Y postraos ante el estrado de sus pies"(Salmo 99)
"Yahveh dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies» (Salmo 110)
"y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado" (Santiago 2:3)
EL TRONO
En el mobiliario romano de personas importantes existían: la silla curul (sellas curulis), plegable, era el sitial sobre el cual los magistrados y los senadores que poseían autoridad tenían derecho a sentarse, La catedra (cathedra) era una silla con respaldo, probablemente la versión tardía del elegante klismós griego, silla con respaldo curvado. También se han representado como asientos de escuela, en la que se sentaba el profesor mientras dictaba la lección a sus alumnos congregados alrededor. Y luego existía, por último, el trono (solium) que se considera el equivalente del griego thronos. El trono fue utilizado para las ceremonias de coronación para alzar al rey por encima del resto de los presentes. Los tronos fueron asociados desde entonces directamente al poder real.
En la iconografía cristiana se usan los 3 modelos. En el caso de Cristo se representa sentado en muchas ocasiones en un tipo de silla curul pero más solida y sin respaldo, mientras que el trono queda reservado especialmente para la Madre de Dios, precisamente como lo que Ella es: Madre de Dios y Trono de la Sabiduría.
LOS TETRAMORFOS
En libro del Apocalipsis de san Juan (4, 7) se describen las 4 bestias como “la primera bestia era como un león, la segunda bestia como un becerro, la tercera bestia tenía rostro de hombre, y la cuarta bestia era como un águila”.
Según el comentario de san Jeronimo (s. IV) que es el autor de la traducción de la Biblia al latin, la llamada Vulgata, a San Mateo se le asocia al hombre alado –o al ángel- porque su Evangelio se centra en la humanidad de Cristo. De hecho, es este evangelista quien incluye la narrativa a propósito de la genealogía de Jesús.
El león se asocia a San Marcos porque su Evangelio hace énfasis en la majestad de Cristo y su dignidad real, así como el león ha sido considerado tradicionalmente como el rey de las bestias.
El buey se asocia a San Lucas porque su evangelio se centra en el carácter sacrificial de la muerte de Cristo, y el buey ha sido siempre un animal sacrificial por excelencia.
A San Juan se le asocia al águila por dos razones: la primera, porque su Evangelio describe la Encarnación del Logos divino, y el águila es un símbolo por excelencia de aquello que viene desde arriba. La segunda porque, como el águila, Juan –en su Revelación- fue capaz de ver más allá de lo inmediatamente presente.
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